Los okupas se hacen con la vieja cárcel de Palma abandonada estas dos legislaturas por el alcalde Hila
Los okupas se hacen con la vieja cárcel de Palma, ubicada en la carretera de Sóller y abandonada estas dos legislaturas por el alcalde socialista de la capital balear, José Hila, más allá de anuncios, intenciones y estudios de todo tipo que ha presentado el Ayuntamiento.
Desechada por el actual gobierno de coalición de socialistas, Més y Podemos la idea inicial de construir allí más de un centenar de pisos sociales asequibles -tan necesarios en una ciudad con el precio de compra y alquiler de la vivienda más caro de España-, la última iniciativa aprobada es gastar en torno a 200.000 euros en la redacción del proyecto y la dirección de obras para una futura rehabilitación.
Una reforma del vetusto y clausurado centro penitenciario de la capital balear que ni tan siquiera está fechada y que persigue convertirlo en un espacio municipal de creación de artes escénicas y visuales.
El proyecto, además, no supondrá la rehabilitación de todo este inmueble del barrio palmesano de Cas Capiscol, de propiedad municipal desde hace casi una década, sino de apenas una décima parte del mismo, 1.200 metros cuadrados de los 9.000 con los que cuenta el recinto.
En concreto, afectará a la planta baja y primera altura del mismo, mientras el resto quedará en manos de la Universidad de las Islas Baleares (UIB) para que en un futuro se pueda convertir en una residencia de estudiantes, conviviendo ambos espacios. Ambos proyectos, por tanto, van para largo.
Pero estas propuestas de futuro del actual gobierno municipal, que no se concretarán en la presente legislatura y ya veremos si tiran para adelante en la siguiente, cuentan con la presencia de unos residentes ya habituales en diferentes instalaciones de la vieja cárcel: unos okupas muy habituales, que han pasado a apoderarse de la zona de viviendas contigua al área carcelaria.
No son pocos los pisos en los que residen estas personas que se alojan en las antiguas viviendas del personal del presidio, que están separadas por un muro del área del pabellón de presos.
Más casos: Son Busquets, Es Tirador, Gesa, Es Jonquet
Otra demostración más de la dejadez del actual gobierno municipal con las propiedades públicas clausuradas y convertidas por doquier en cadáveres urbanos, caso sin ir más lejos, del cercano cuartel de Son Busquets, el velódromo de Es Tirador, sin olvidar el edificio de Gesa, los degradados molinos del barrio palmesano de Es Jonquet.
La antigua prisión de Palma se inauguró a finales de los años 60 y se cerró definitivamente en 1999. Desde el traspaso de la prisión de Palma a las nuevas instalaciones, el recinto y las edificaciones anexas se encuentran en desuso y en un imparable estado de degradación.
El Ayuntamiento de Palma adquirió los terrenos del antiguo recinto penitenciario mediante permuta en julio de 2013 y el actual gobierno lleva ya casi ocho años reiterando, y sin concretar, su apuesta por convertirlo en un espacio que ofrezca recursos al sector cultural y artístico. En concreto, pretende destinar el ala norte del recinto penitenciario a la actividad de centro de innovación cultural y creativa.
En la parcela se encuentra el recinto penitenciario delimitado por la muralla del foso y las torres de vigilancia y edificaciones complementarias que se destinaban a uso administrativo y residencial por parte de los funcionarios que trabajaban en la prisión.